martes, 24 de marzo de 2015

Historias de Canena: Canena en el siglo XVII, según la HISTORIA DE BAEZA, de Francisco de Torres


En 1677 el padre jesuita Francisco de Torres, natural de Baeza, escribió su “Historia de Baeza”, a la que dedicó gran parte de su vida. Es una obra de más de 900 folios, cuyo manuscrito se encuentra en la Biblioteca Británica de Londres. En 1999, el Ayuntamiento de Baeza publicó esta obra, con un estudio previo y edición de José Rodríguez Molina.
El libro es interesante desde muchos puntos de vista. El autor es un gran erudito, que indaga en la historia de Baeza y sus términos. Desde la perspectiva actual los aspectos más destacados de la obra son los que nos permiten recorrer las calles, los campos y los pueblos de la Baeza del siglo XVII. Especialmente interesante y minucioso es el tratamiento de la agricultura, de los productos del campo.
La obra describe no solo Baeza, sino un amplio territorio que va desde Sierra Morena hasta Sierra Mágina, encuadrado en su Arciprestazgo, a pesar de que en el siglo XVII administrativamente buena parte de las aldeas que habían formado parte de sus términos ya se habían independizado. Se estructura en ocho libros, subdivididos en capítulos. El capítulo II del Libro Tercero trata de las “VILLAS ILUSTRES DE BAEZA”. Reproducimos la descripción que se hace de Canena:
Son los veçinos de Canena doçientos; la iglesia de esta villa tiene un priorato, la persona que lo a de seruir, la señala el Marqués de Camarasa, y lo aprueba el obispo de Jaén, dista media legua al Norte de Baeza, es lugar nueuo con un grandioso castillo con foso, puente leuadiça, su vivienda es de un palaçio magestuoso, el patio quadrado con columnas de jaspe, y los arcos de los corredores llenos de tarxetas de háuitos de Santiago, las bóbedas debaxo de las salas de los quatro lienços de la vivienda, donde se guarda el bino, son admirables, y capacíssimas, tiene en las tierras de este lugar el marqués de Camarasa más de çien mil vides, cuio vino es generoso y abundantíssimo, todo el año ay saca del, como del vino de Rus y de Ibros, para la Campiña de Jaén. Tenía antiguamente esta villa dos iglesias, vna del orden de Calatraua, otra del de Santiago, assí lo diçe el Sínodo del ilustríssimo señor don Alonso de la Fuente el Sauçe, obispo de Jaén y Baeza.
Es oy de los Marqueses de camarasa, la causa fue, auiendo de haçer el Orden de Santiago, cuia era Canena, vn donatiuo a el Emperador Carlos Quinto, y no hallándose con los marauedises neçesarios, le suplicó la Religión a el Emperador, que empeñasse, o bendiesse este lugar y a Torres, Ximena y Recena, por la dicha quantidad; dióla a don Françisco de los Cobos, Comendador Maior de León y fundador de la Casa de los Marqueses de Camarasa, y assí se quedó con estos lugares, como señor dellos, de quien ya e hablado.
Según esta descripción, Canena debería tener en la época entre 800 y 1000 habitantes, ya que cuando se habla de vecinos se está refiriendo a cabezas de familia, y según las circunstancias podemos establecer una equivalencia de 4 o 5 habitantes por cada vecino. El Marqués de Camarasa mantiene el derecho de proponer al párroco (priorato) ante el Obispo, privilegio proveniente de los que tenían las Órdenes Militares, cuyos derechos jurisdiccionales y de otro tipo hereda el Marqués con la compra de Canena en 1539. Sobre el mantenimiento de este privilegio pleitearían el Marqués y el Obispado en varias ocasiones.
Dice de Canena que es un lugar nuevo. Esto hay que relativizarlo y ponerlo en su contexto. El capítulo en el que se incluye relaciona a las distintas villas del término de Baeza, remontándose en algunas de ellas a su fundación antigua, por lo que comparativamente Canena es nueva, sin que le conste su origen.
Cita la grandiosidad de su castillo, en el que, aparte de su magestuosidad, nos informa de que en algunas de sus salas abovedadas se guarda el vino. Y es que el uso del castillo no solo será de vivienda para el administrador de los bienes y rentas del Marqués de Camarasa, sino que en él se almacenará no solo el vino, sino también el aceite y el grano que le rentaban sus tierras y el procedente del diezmo, según hemos podido acreditar en la documentación procedente del Archivo de la Casa de Camarasa.
Más discutible, por no decir inexacta, es la afirmación de que tiene en las tierras de este lugar el marqués de Camarasa más de çien mil vides. Sí que el cultivo del viñedo estaría extendido en el término de Canena, y que se exportaría a otras zonas de la provincia, pero posiblemente todo el existente en las bodegas del castillo procedería del producto del diezmo y no de las tierras propiedad del Marqués. Unos décadas después, a mediados del siglo XVIII, entre las propiedades del Marqués no figura ningún viñedo, solo tierra calma y olivar.
Al pertenecer Canena, hasta su adquisición por Francisco de los Cobos, a las Órdenes de Santiago y Calatrava, tenía dos Iglesias. La hoy Ermita sería la Iglesia de Santiago y en donde está la actual parroquia se ubicaría la de Calatrava, como queda atestiguado en el Sínodo del Obispo Alonso de la Fuente el Sauçe, celebrado en 1511.
La información que nos facilita de cómo pasó a ser Canena de los Marqueses de Camarasa no es muy acertada, ya que las villas que cita, Torres, Jimena y Recena, pertenecían a la Orden de Calatrava y no a la de Santiago, aparte de que la venta de ellas por parte de las órdenes responde más a una necesidad del rey que de las propias órdenes.
Hay otras referencias a Canena. Hablando de Rus, se dice: Son de grande estima en la corte de Madrid los higos blancos, que se cojen en Rus y Canena, por ser grandes y que se conserban el xugo mucho tiempo y ser bolsilos de miel. Más adelante, hablando de la riqueza agrícola, de las hierbas, las flores y las frutas de estas tierras, se vuelve a referir a los higos: higos de todas espeçies, los de oñigal son los mexores y duran hasta Nauidad, famosos son los de simiente blanca , los de colorada no son tan buenos, higos de las Indias, jarahiles, vermejales, godenes, albares, haiuelos, de pico de perdiz, cordoueses, los blancos de Rus y Canena son exçelentes para guardar, son muy grandes y se estiman mucho en la Corte.
Según esta cita, parece que Canena y Rus eran conocidos por sus higos blancos, al igual que otros pueblos lo eran por otras frutas, como Torres y Jimena por sus granadas.
Aunque en el caso de las uvas, no cita expresamente a Canena, la descripción de las variedades existentes, que en su mayoría también se cultivarían en las tierras de nuestro pueblo, me parece digna de mencionarse: La diuersidad de vbas es grande, y todas las que nombraré o las más se hallan en la Cañada de la Yedra, y cada vna es mexor que las otras: vba de Jaén para haçer vino es la común, que se halla en todos los pagos, huilla, zubial, torrontés, de flor de guiano, habén, palomina, castellana tinta y blanca, tinta de la Puerta, albaraza para colgar, longar de un granillo, longar de Almuñécar, vba de Sancho Beltrán, de teta de vaca, de Pero Giménez, pinuela, moscatel menuda y moscatelón de Flandes, de pico de perdiz, vba de Priego y Jaén colorada, de oxo de liebre, de bolillo larga, cosa exçelente, verdexa, vba çirial, palomina real, parras agraçeras, que llevan tres y quatro frutos al año.
El párrafo es una demostración de los conocimientos agrícolas del autor, y a su vez manifestación de la riqueza y variedad que había en la época, incluso de cada producto, y de cómo se valoraban. Con el paso de los siglos, la selección de los más productivos y rentables ha provocado la pérdida de biodiversidad y que muchas de las variedades autóctonas hayan desaparecido.

Texto de José Luis Reyes Lorite

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